alberto moreno gámez

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Sistemas Cognitivos - Razón vs Emoción

Es muy habitual encontrar situaciones en las que sentimos que tenemos que luchar contra nosotros mismos, para levantarnos por la mañana, dejar de comer algo, mordernos la lengua o mantener la calma. Si se piensa bien, parece que estuviéramos divididos en dos, diríamos que es como si el cuerpo nos pide hacer algo, y la mente otra diferente. Es como si hubiera una parte de nosotros que actúa por su cuenta, de manera autónoma a nuestras intenciones, incluso a nuestros principios y creencias. También podemos ver esa parte autónoma o automática funcionando a diario cuando vamos andando por la calle o conduciendo el coche por ejemplo. No solemos monitorizar ni fijarnos en estas acciones de forma consciente. Es un proceso automático. Nuestro cuerpo sabe hacer muchas cosas sin necesidad de que estemos prestando atención. Actualmente hay un amplio acuerdo en definir dos sistemas diferentes que guían nuestras acciones, pensamientos y emociones. Y estos dos sistemas tienen características muy diferentes, por no decir que son opuestos.

El sistema 1 es rápido, automático, no requiere esfuerzo y es principalmente inconsciente, lo solemos relacionar más con el cuerpo, con los impulsos. A este sistema 1 se le llama Sistema Cognitivo Caliente. En cambio, el sistema 2 se activa más lentamente, es deliberado y consciente, requiere nuestro esfuerzo e intención, y tiene que ver más con la reflexión y la razón. Lo llamamos Sistema Cognitivo Frío. Y ambos sistemas son necesarios, el Sistema Caliente es más difícil de cambiar porque esta relacionado con lo que evolutivamente nos ha proporcionado mayores probabilidades de supervivencia, y por eso sus circuitos son más inmediatos, impulsivos y emocionales. Cuando encontrar alimento era un desafío diario, junto con otros peligros, como huir de otros depredadores, este sistema era la diferencia entre la vida y la muerte. Y ya sabéis que los impulsos más fuertes que existen son los relacionados con la supervivencia o procrear para perpetuar la especie y nuestros genes. No es un proceso reflexivo ni consciente por nuestra parte, la evolución ha moldeado estas acciones inmediatas, están cocinadas a fuego lento.

Por otra parte nos gusta pensar que el Sistema Cognitivo Frio es el que nos define, el que nos aleja de nuestra parte más primitiva o lo que algunos ven como salvajismo. Hasta tal punto que a veces negamos la existencia de esos impulsos más primitivos, pretendiendo que ya no tienen influencia en nuestras vidas. El Sistema Frío está más orientado al largo plazo, está más pendiente de las consecuencias en el tiempo de los impulsos típicos del Sistema Caliente. Cuando nos cebamos con una tarta, pasándonos de la raya, el que manda es el Sistema Caliente, que piensa en el corto plazo y en aprovechar un alimento con azúcar, algo escaso que había que aprovechar en la época en la que eramos cazadores-recolectores. Esta conducta hoy en día puede ser claramente un problema y llevarnos a engordar y empeorar nuestra salud, pero el momento en el que se fijó ese impulso en nuestros circuitos emocionales, tenía sentido e incluso aumentaba nuestras posibilidades de supervivencia. Nuestro Sistema Frío, más consciente y centrado en el largo plazo, lucha por controlar estos instintos del Sistema Caliente. Y sobre todo, es capaz de integrar nueva información para tomar mejores decisiones y cambiar nuestras prioridades. En el ejemplo de la tarta, darnos cuenta de que estamos comiendo más de la cuenta, calcular las consecuencias para finalmente regular y controlar nuestra conducta.

Así que el Sistema Caliente es muy anterior evolutivamente además de ser más rígido y difícil de cambiar, mientras que el Sistema Frio es más reciente y flexible, con más capacidad para adaptarse a nuevas circunstancias. Y como decía antes, tendemos a identificarnos con el Sistema Frío porque es donde se asienta nuestra consciencia de nosotros mismos, nuestra identidad, lo que nos contamos de quienes somos y qué nos describe. Queremos pensar que siempre somos seres civilizados y que no nos regimos por los instintos. Pero debajo de esta identidad hay otra muy poderosa a la que no tenemos acceso directo, y nos permite sobrevivir en situaciones en las que tenemos que reaccionar de manera inmediata, sin tiempo para la reflexión, aunque también nos juegue malas pasadas, como el ejemplo de la tarta que ponía antes. Hasta aquí creo que todo os sonará bastante familiar. No voy a adentrarme en las preguntas que a algunos ya os surgirán, acerca de cómo controlar estos dos sistemas aunque solo sea para sufrir lo menos posible, tomar mejores decisiones y conseguir la felicidad que todos deseamos.

Sí os diré que en mi trabajo como terapeuta una de las técnicas empleadas para ayudar a la gente a mejorar sus vidas es identificar estos procesos automáticos calientes para desactivarlos si no son útiles o al menos que puedan tener más control sobre ellos. La ansiedad o el estrés puede ser otro buen ejemplo de mecanismo adaptativo que en ocasiones puntuales nos puede ayudar a enfrentarnos a un peligro, pero que si se mantiene en el tiempo nos destroza por dentro y por fuera, se acaba convirtiendo en estrés crónico y nos lleva a enfermar.

Cambiando de tercio pero siguiendo en el tema, os cuento ahora sobre otras implicaciones de los procesos automáticos frente a los deliberados, del Sistema Caliente frente al Frio. Hay una conocida tarea experimental en psicología básica llamada efecto stroop que muestra muy bien otro tipo de interferencia entre los dos sistemas. Cuando hice mi doctorado en el año 99 recuerdo que en más de una ocasión realizamos experimentos en el laboratorio donde poníamos a prueba las interferencias lingüísticas que provocaba el Sistema Caliente sobre el Frio. 

La idea es muy simple: al sujeto se le presenta un listado de palabras y lo único que tienen que hacer es nombrar el color en el que está escrita cada palabra. La dificultad viene porque las palabras que están escritas son nombres de colores. Ahora imaginaros la palabra azul escrita en color amarillo, o la palabra rojo escrita en color verde. Los resultados de estas pruebas mostraban una interferencia potente que hacía que los sujetos tardaran más en decir el color en el que estaban escritas si no había coincidencia con la palabra. Lo que está ocurriendo es que el reconocimiento de colores no es en realidad un proceso automático, mientras que la lectura sí. Es fácil hacer la prueba: poned delante de vuestros ojos un texto y veréis que es imposible sólo ver las palabras sin que vuestro cerebro las lea. La lectura se convierte en parte de nuestro sistema caliente, y ocurre de forma automática sin necesidad de prestar atención controlada.

Efecto Stroop

Y ahora nos podemos preguntar, bueno la lectura es un fenómeno producto del aprendizaje, no es un impulso natural relacionado con la supervivencia, ¿cómo es posible que esté insertado en algo como el sistema caliente, sea tan automática, y produzca este tipo de interferencias? Pues parece que este es el mecanismo que hay detrás de los procesos de maestría o dominio de alguna disciplina o habilidad física o mental. En un primer momento aprender algo requiere intención, esfuerzo, y atención deliberada, el Sistema Frio. Cuando mediante la práctica acabamos automatizando un aprendizaje como para que surja sin esfuerzo de forma natural y automática, y se convierte en parte de nuestro Sistema Caliente, hemos conseguido la maestría o el dominio de esa habilidad.

Hay un concepto chino llamado Wu Wei que proviene de la filosofía taoísta que refleja muy bien todo esto. Wu Wei se puede traducir como “no actuar”, aunque eso no significa “no hacer nada”. La idea es conseguir esa reacción genuina, sin esfuerzo, espontánea, y automatizada. Para el Tao Te King un aprendizaje concluye cuando no se requiere esfuerzo deliberado para hacer la tarea para la que se estaba entrenando. Todos hemos experimentado esa sensación en aquello que sabemos hacer bien o dominamos, la sensación de facilidad y naturalidad al hacer algo. Todo esto está muy relacionado con el fenómeno del Flow, Fluir, del que ya os conté en otro artículo. El objetivo del Wu Wei es que los dos Sistemas Cognitivos funcionen en perfecta armonía, integrados como uno, para resultar en una especie de espontaneidad inteligente perfectamente calibrada con el entorno que nos rodea. Quizás podríamos aprender algunas de las estrategias que aplican en oriente, como los los entrenamientos dirigidos a la maestría y dominio de alguna destreza que tal vez podrían sernos útiles a los que nos dedicamos a diferentes campos de la formación. Los ejemplos más claros históricamente allí han sido las artes marciales pero también hay nuevas disciplinas que se empiezan a aprovechar de estos principios taoístas.

Aunque por un momento todo esto os parezca literatura espiritual, tengo que deciros que estamos empezando a conocer las áreas cerebrales implicadas en estos dos sistemas. Las pruebas de neuroimagen de nuevo nos dan pistas. El cortex del cíngulo anterior es como un detector de humos, mientras que el cortex prefrontal lateral es como el equipo antincedios. Juntas forman las regiones de control cognitivo del cerebro. El primero está permanentemente monitorizando cualquier cosa que suene a conflicto cognitivo, como el que ocurre con la interferencia del efecto stroop. El cortex del cíngulo manda la señal de alerta, y el cortex prefrontal interviene para regular los dos sistemas que han entrado en conflicto. Y lo que hace básicamente es decirle a los sistemas automáticos (como la lectura o el impulso de comer la tarta) que dejen de molestar porque están interfiriendo con lo que dicta el Sistema Cognitivo Frio, más racional, reflexivo y analítico. Esto explica por qué en algunas ocasiones nos quedamos parados sin saber como actuar, mientras nuestros sistemas resuelven el conflicto, algo que nos ralentiza en el efecto stroop, nos hace actuar de manera errática en el momento tarta, tal vez dejándola tras el primer bocado en el que nos damos cuenta que ni tenemos hambre ni deberíamos comernos otro trozo más. En casos más extremos nos podemos encontrar con la peor reacción a una situación de peligro real, que es el bloqueo y la parálisis, en vez de otras reacciones que suelen garantizar más la supervivencia, como la lucha o la huida.

Una de las cosas más interesantes acerca del Sistema Frio y Caliente es que tal vez entendiendo nuestro funcionamiento podemos tener más conocimiento sobre los mecanismos que rigen nuestra conducta y evitar así hacer juicios precipitados en los que sólo usemos la razón y nos separemos de nuestra parte más emocional, infravalorándola o denostándola como primitiva. Nuestros impulsos y sistemas más automáticos son más que necesarios en ocasiones y tienen un sentido evolutivo que nos sigue garantizando en ocasiones la supervivencia. Pero también claro está, identificar cuando intervienen las emociones, nuestro Sistema Caliente, para actuar en contra de nuestros planteamientos más racionales que en definitiva son los más idóneos para dirigir otra gran cantidad de situaciones que no requieren de la acción inmediata del Sistema Frio.

NOTAS

Si quieres leer algo más sobre Taoismo, visita esta web. Para quien tenga curiosidad sobre el efecto Stroop. Sobre maestría y el Wu Wei chino.