Elevación moral
Jonathan Haidt se ha hecho muy conocido en los últimos años por un libro recientemente publicado en castellano aunque fue escrito en 2012. Es una delicia de obra llamada: “La mente de los justos, por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”, y en él argumenta cómo la emoción y la intuición, más que el razonamiento, guían la moral, y por qué distintos grupos políticos tienen concepciones tan diferentes de lo que es correcto e incorrecto.
En 2006 publicó su primer libro llamado La hipótesis de la felicidad, también muy recomendable, en el que explora la relación entre filosofías antiguas como el estoicismo y el budismo y la ciencia moderna. Pero de lo que voy a hablar hoy es de una emoción bastante desconocida de la que ya escribió Haidt hace 19 años.
Los estudios que publicó fueron claves para entender qué es lo que nos inspira a hacer el bien, una emoción a la que llamó Elevación Moral. La definió como un sentimiento cálido, que produce calma y nos anima a ser mejores personas, que se produce cuando presenciamos o vemos que otras personas realizan algún acto de bondad, amabilidad, coraje o compasión. Cuando sentimos esta emoción queremos ayudar a otras personas, es como un fuerte deseo de elevarse o ser mejor persona.
La idea principal es que ver a otras personas siendo generosas o compasivas o incluso defendiendo a alguien en peligro, nos genera un impacto emocional positivo. La pregunta inicial podría ser: ¿Por qué nos importa o nos afecta que un extraño tenga una buena acción con otro extraño? La mayoría de las teorías en las Ciencias Sociales defienden que las acciones y los sentimientos de las personas están motivados por el propio interés. Así que ¿qué sentido tiene que nos emocionemos si vemos a alguien realizando un acto heroico por otra?
Esta emoción de elevación es bien conocida desde tiempos históricos a lo largo de diferentes culturas. Me imagino que os sonará todo esto que os empiezo a contar. Pues este es otro de esos temas que hasta hace relativamente poco ningún psicólogo se había parado a estudiarlo empíricamente. Lo que sí se hizo durante décadas fue centrarse en las emociones moralmente negativas, sobre todo la ira y la culpa. Ya hablé de la culpa en un episodio anterior, y sabéis que en general la emociones que tienen carga moral han sido concebidas por los psicólogos como un sistema de reglas que evita que hagamos daño daño a otros.
En el año 1997, cuando Haidt empezó a profundizar acerca del estudio de la moralidad desde la psicología, le pareció que el enfoque estaba muy centrado en lo negativo. Planteó que la mayoría de la gente no quiere robar, matar o secuestrar a otras personas. Que hay un deseo de vivir en una comunidad con valores donde la gente se trate bien, donde encuentren la satisfacción en sus relaciones, en el trabajo y en el sentido de pertenencia a un grupo del que sentirse orgulloso. Y lo que ocurre cuando vemos a alguien hacer daño, ser cruel o egoísta, es que sentimos que no vivimos en ese mundo con valores positivos. Pero cuando vemos que un desconocido hace algo por otro desconocido, podemos volver a sentir que tal vez sí vivimos en un mundo con cierta moralidad y principios. Y parece que es una característica muy humana esta reacción a situaciones en las que vemos a personas haciendo el bien, vamos a decirlo así. Haidt no plantea que seamos ingenuos, y cree que hay que seguir investigando por ejemplo sobre la violencia y el racismo, pero también piensa que tenemos que dedicar esfuerzos a saber más acerca de esa otra parte más positiva del ser humano, y especialmente la psicología debería centrarse en ello. Hay que decir que este planteamiento lo hizo previamente a la gran explosión de la psicología positiva en los años 2000. Algo que cambió la psicología por completo, aunque ahora haya muchas voces críticas que lo confunden con el buenismo, en parte por culpa del abuso de estos mensajes tan de moda que nos animan a ser felices, disfrutar del momento, etc. Además de una buena cantidad de charlatanes que hablan sobre motivación personal, o cuentan experiencias milagrosas de crecimiento personal y de cómo se enfrentaron a todas las adversidades y triunfaron. En otro episodio tal vez dedique tiempo a hablar sobre los peligros reales del abuso de esta psicología popular centrada en sólo ver lo positivo, que nos azuza siempre a conseguir nuestras metas y autorrealizarnos como único camino posible a la felicidad.
Volviendo al estudio de esta emoción, la Elevación Moral, Haidt empezó en realidad estudiando justo la emoción opuesta: el asco y la repugnancia. Como otras muchas emociones, esta también tiene su sentido y de hecho es necesaria. Desde el punto de vista evolutivo, el asco es una emoción que nos hace sentir repulsión hacía la comida podrida o en mal estado, hacía los excrementos, los cadáveres, y otro tipo de objetos físicos que puedan contener bacterias o parásitos peligrosos. También tenemos a veces una reacción de rechazo hacía alguien o algo que haya tocado eso que nos genera repulsa, y este es un mecanismo interesante para evitar los contagios (otro buen ejemplo conectado con esta emoción es la teoría del valle inexplicable de la que hablé en otro artículo anterior, en relación a las interacciones entre humanos y robots con aspecto humanoide).
El asco tiene también una dimensión social muy importante, repugnamos actos de crueldad, traición, hipocresía o discriminación. De la misma forma que el asco comenzó siendo una emoción que nos hacía alejarnos de amenazas físicas, evolucionó para ayudarnos a manejar también amenazas más sociales o relacionales. Cuando ocurre algo que nos genera repugna y asco, esta emoción nos está indicando de alguna forma que la persona que lo ha hecho es moralmente deficiente o baja.
En este sentido Haidt planteó un sentido de la verticalidad, arriba de todo está el concepto de Dios bondadoso, y en lo más bajo el Demonio. Esta dimensión vertical se ha encontrado en diferentes culturas, desde el Hinduismo al Budismo, en donde las personas se reencarnan en un nivel más alto o más bajo dependiendo de las acciones morales durante su vida.
Entonces el asco social puede verse como una reacción emocional cuando presenciamos la “bajeza” moral de otros. En este sentido, esta emoción nos ayuda a formar grupos o rodearnos de ciertas personas, y rechazar a los desviados por decirlo así.
Digamos que se ha escrito mucho acerca de las acciones que nos llevan a bajar de nivel moral, y las emociones que nos genera, pero muy poco acerca de aquellas cosas que hacen las personas para elevarse moralmente y el efecto que tiene eso en los que lo presencian. De hecho de ahí el término Elevación Moral como os podéis imaginar ya.
Así que el hecho de ver a alguien cometer alguna bajeza moral nos hace alejarnos o rechazarla, pero en cambio si vemos a una persona tener algún gesto honorable o bondadoso o de ayuda desinteresada, nosotros también nos sentimos elevados en esa dimensión vertical de moralidad.
Para Sara Algoe, que también trabajó durante mucho tiempo con Haidt, la Elevación está en la misma familia de emociones que la Gratitud y la Admiración. Sin embargo, la Elevación es la que en mayor medida nos motiva a esforzarnos por ayudar a otros e intentar ser mejores personas.
Experimentos
Vamos a repasar algunas de las investigaciones que se han llevado a cabo sobre Elevación. Las situaciones experimentales más típicas que se han desarrollado en laboratorios de psicología, han consistido en mostrar a diferentes personas videos en los que se ven a modo de documental historias de personas que dedicaron su vida a ayudar a otros de forma desinteresada. En los grupos control se plantearon condiciones neutras en las que no había ninguna carga emocional en los videos que visualizaron. Los del grupo experimental informaban con mayor frecuencia sobre sentimientos agradables de calidez e incluso consquilleo en el estómago. También en un mayor porcentaje expresaron el deseo de ayudar o vincularse con otros para conseguir ser mejores personas. Encontraron en cambio que la sensación de felicidad llevaba a centrarse más en perseguir metas personales e internas, en comparación con la emoción de Elevación que los orientaba más hacía los demás.
Así que una de las conclusiones más repetidas es que la Elevación genera una serie de patrones y sensaciones físicas diferentes de aquellos causados por la sensación de felicidad.
Hay más investigaciones que demuestran también que la Elevación aumenta los niveles de oxitocina en sangre al provocar que se libere más cantidad de esta hormona. Esto se ha comprobado especialmente en madres en periodo de crianza con bebés. De nuevo al visualizar videos en la condición experimental mostraron más conductas de cuidado con sus bebés. La oxitocina es una de las hormonas principales que regula las conductas de cuidado, necesaria especialmente durante la lactancia. Mucha gente no sabe que esta hormona esta presente también en los hombres, de hecho se encuentran niveles muy altos en padres especialmente involucrados en la crianza, ya que esta hormona responde a gran parte de las conductas prosociales de cuidado y protección hacía los niños. Otro dato curioso es que la liberación de esta hormona suele aumentar conforme los hombres llegan a su madurez y vejez, a la vez que disminuyen los de testosterona, algo que explica en gran medida por qué hay hombres ya ancianos que se muestran más sensibles e incluso muestran momentos de llanto, cuando nunca anteriormente lo hicieron en su vida. Entonces tenemos que la liberación de oxitocina puede ser unos de los mecanismos fisiológicos que subyacen a esta emoción de la que os hablo hoy.
Por último, hay numerosos estudios que muestran que visualizar actos altruistas aumenta la motivación de actuar de forma prosocial, ayudando o colaborando con los demás. Y más investigaciones muestran que la emoción de Elevación produce mejoras significativas en personas con ansiedad y depresión. Mejora el estado anímico, el desempeño en las relaciones sociales, disminuye la angustia y los conflictos interpersonales.
Quiero terminar hablando de algunas experiencias profesionales en consulta que creo que están conectadas con esta emoción. En más de una ocasión he podido observar como la diferencia para algunas personas que atravesaban algún tipo de sufrimiento psicológico, ha sido encontrar un referente que les guiara y motivara, algo que les llevó a esforzarse por ser mejor persona. En ocasiones era una persona a la que admiraban por sus actos de generosidad, en otras fue implicarse en algún tipo de asociación o voluntariado en donde fueran testigos de estos actos de altruismo o ayuda a otros de forma desinteresada. Para otros la religiosidad y especialmente seguir la obra de figuras importantes para ellos como Teresa de Calcuta, fue clave para evocar esta Elevación Moral que les ayudó a replantearse parte de sus vidas y mejorar su estado psicológico.
Parece que también es parte de nuestra naturaleza humana, esta capacidad para conmovernos y desear hacer algo por los demás, cuando vemos a alguien que nos inspira por su generosidad con otros. Es una emoción tan contagiosa como otras más negativas, que a veces parece que se extienden más fácilmente, como el odio, el cinismo o la repulsa. La Elevación puede actuar como reset que nos llevé más fácilmente a otras emociones como la esperanza, la inspiración o el optimismo.
- NOTAS -
Sobre Jonathan Haidt y su conocido último libro: La mente de los justos. Artículo de Haidt de 2000 sobre la emoción de Elevación Moral. Y en la web elevationresearch.org tenéis cantidad de recursos y publicaciones sobre Elevación Moral. En la web de Sara Algoe tenéis también artículos y publicaciones para profundizar en las emociones que se han investigado desde la Psicología Positiva.