Sueños

Durante mucho tiempo los sueños han estado relacionados con cuestiones más mágicas, con profecías, casi con temas esotéricos, pero desde hace algunas décadas ya son muchos los científicos centrados en investigar las bases fisiológicas del sueño y sus posibles funciones.

Y hay que empezar hablando de Sigmund Freud, quien propuso una teoría para explicar el origen de los sueños. En su conocida obra “La interpretación de los sueños”, Freud hablaba de que los sueños son manifestaciones de nuestros deseos subconscientes, que por lo general eran reprimidos por la mente consciente, pero que corrían en libertad todas las noches. 

Una de sus aportaciones fue plantear que los sueños no son meras invenciones o creaciones de nuestra mente, sino que podían revelar secretos ocultos y profundas verdades sobre nosotros.

A raíz de la obra de Freud surgieron muchísimos libros que pretendían ser como enciclopedias o compilaciones de todos los posibles sueños y cómo interpretarlos.

Lo cierto es que efectivamente los sueños siempre han generado bastante intriga y desconcierto en el ser humano y solamente en la última década, los científicos han empezado a entender algunos de sus misterios.

Y la gran diferencia en la investigación del sueño de nuevo fueron las pruebas de neuroimagen, que nos permiten ver la actividad cerebral que ocurre mientras estamos durmiendo. 

Una de las cosas que empezamos a tener claras acerca de los sueños es que no son un lujo innecesario, son más bien elaboraciones imprescindibles para la superviviencia. Esto lo sabemos al comprobar mediante escáneres cerebrales que algunos animales (que presentan una actividad cerebral similar a la de los sueños en los humanos) que son privados del sueño mueren incluso en menos tiempo del que tardarían en morir de hambre. Se piensa que la privación de sueño altera gravemente el metabolismo necesario para la vida. Lo que aún no sabemos con seguridad es a qué se debe esto.

Parece que soñar y no solamente dormir, tiene una función importante en nuestro ciclo de reposo o descanso. Cuando dormimos, pasamos aproximadamente dos horas soñando y cada sueño dura de cinco a veinte minutos. En total, a lo largo de nuestra vida, pasamos unos seis años soñando.

Dormir se mide por ciclos de sueño, y cada ciclo suele dura aproximadamente una hora y media. En ese tiempo hay dos partes de 45 minutos cada una, la primera se llama SOL (Sueño de Ondas Lentas) y la otra sueño REM (Rapid Eyes Movement). Al acabar cada ciclo comenzamos otro, que es ese momento en el que ligeramente nos despertamos para volvernos a dormir. Una noche completa puede sumar 5 o 6 ciclos de sueño.

Ya sabemos que el cerebro no es un ordenador digital, sino que es más bien una red neuronal que reorganiza constantemente su cableado después de aprender nuevas tareas. 

Lo que observaron es que con cierta frecuencia, el sistema se satura después de aprender demasiado, y en lugar de procesar más información, entra en un estado de «sueño»,

Entonces una de las funciones que atribuyen los científicos a los sueños es que es una especie de «limpieza de la casa», en la que se pone orden. Así es como el cerebro procura organizar sus recuerdos de una manera más coherente. 

De ahí se deduce en parte que todos los organismos que son capaces de aprender, tal vez también necesiten entrar en un estado de sueño para reorganizar sus recuerdos.

Hay multitud de estudios neurológicos que parecen respaldar esta conclusión.

Normalmente, los electroencefalogramas indican que cuando estamos despiertos el cerebro está emitiendo ondas electromagnéticas regulares. Sin embargo, cuando poco a poco nos vamos quedando dormidos, las señales electromagnéticas empiezan a cambiar de frecuencia. Y cuando por fin soñamos, del tronco encefálico emanan ondas de energía electromagnética que van hacia arriba, subiendo hasta las zonas corticales del cerebro, en especial a la corteza visual. Esto en parte confirma que las imágenes visuales son un componente importante de los sueños. Y finalmente entramos en un estado de sueño y nuestras ondas cerebrales son las típicas del movimiento ocular rápido (REM).

Mientras las zonas visuales del cerebro están activas, otras áreas relacionadas con el olfato, el gusto y el tacto están casi completamente apagadas. Casi todas las imágenes y las sensaciones que el cuerpo procesa son autogeneradas, y tienen su origen en las vibraciones electromagnéticas de nuestro tronco encefálico, no en estímulos exteriores. En general mientras soñamos, el cuerpo está muy aislado del mundo exterior y además estamos más o menos paralizados. (Es posible que esta parálisis sirva para impedirnos que actuemos físicamente en nuestros sueños, lo que podría ser desastroso).

Algunas cosas más que empezamos a saber gracias a las pruebas de neuroimagen, es que el hipocampo está activo cuando soñamos, lo que parece indicar que los sueños hacen uso de nuestro almacén de recuerdos. La amígdala y el cíngulo anterior también están activos, lo que significa que los sueños pueden ser altamente emocionales, incluyendo con frecuencia el miedo.

Cuando la corteza prefrontal dorsolateral está inactivada, no podemos contar con el centro planificador racional del cerebro. Por eso en nuestros sueños vagamos sin rumbo fijo y el centro visual nos proporciona imágenes sin control racional. La corteza orbitofrontal, la encargada de comprobar datos, también está inactiva. Por eso los sueños pueden desarrollarse despreocupadamente sin ninguna restricción por parte de las leyes de la física o el sentido común. Y el lóbulo temporal-parietal, que ayuda a coordinar nuestro sentido de la posición utilizando señales de los ojos y del oído interno, también está inactivado, lo que podría explicar nuestras experiencias extracorpóreas cuando estamos soñando.

Revisando los estudios acerca del sueño y las funciones que puede tener, me encontré en varias ocasiones con Allan Hobson, que es psiquiatra de la Facultad de Medicina de Harvard, y que plantea que los sueños tienen cinco características básicas: 

1- Emociones intensas: esto se debe a la activación de la amígdala, que provoca emociones como el miedo. 

2- Contenido ilógico: los sueños pueden cambiar rápidamente, pasando de una escena a otra, desafiando la lógica. 

3- Impresiones sensoriales aparentes: los sueños nos producen sensaciones falsas que se generan en nuestro interior. 

4- Aceptación acrítica de los sucesos soñados: aceptamos la naturaleza ilógica del sueño sin criticarla. 

5- Dificultad para recordarlos: los sueños se olvidan pronto, a los pocos minutos de despertar.

El doctor Hobson, junto con el doctor Robert McCarley, hicieron historia al proponer la primera teoría que se oponía a la teoría freudiana de los sueños, la llamada «teoría de la activación y síntesis». Lo que plantearon es que al soñar, las neuronas colinérgicas del tronco encefálico empiezan a activarse, emitiendo pulsaciones erráticas de energía eléctrica, llamadas «ondas PGO» (ponto-genículo-occipitales). Estas ondas suben por el tronco encefálico hasta la corteza visual, estimulándola para generar sueños. 

En Kioto hay un grupo de científicos japoneses que están empezando a realizar estudios muy interesantes. La idea de la que parten es que como los centros cerebrales que controlan los sueños son casi idénticos a los que controlan la visión, creen que podríamos fotografiar los sueños.

En sus experimentos, primero se pone a los sujetos en un aparato de resonancia magnética y se les enseñan cuatrocientas imágenes en blanco y negro, consistentes en conjuntos de puntos en un marco de diez por diez píxeles. Se les muestra una imagen cada vez, y la imagen por resonancia magnética registra las respuestas del cerebro a cada conjunto de píxeles. Como ocurre con otros equipos que trabajan en este campo de investigación, los científicos acaban recopilando una enciclopedia de imágenes, en la que cada imagen de píxeles corresponde a un patrón específico de imagen de resonancia magnética. 

Aquí los científicos pueden trabajar hacia atrás, para reconstruir correctamente imágenes autogeneradas a partir de las imágenes por resonancia magnética del cerebro obtenidas mientras el sujeto sueña. 

Los científicos están investigando también una manera de soñar que antes se pensaba que era un mito: el sueño lúcido, o soñar cuando estamos conscientes. Esto suena a contradicción, pero se ha verificado en escaneos cerebrales. En el sueño lúcido, los soñadores son conscientes de que están soñando y pueden controlar la dirección del sueño.

Los escaneos cerebrales de soñadores lúcidos demuestran que este fenómeno es real: durante el sueño REM, la corteza prefrontal dorsolateral, que normalmente está inactiva cuando una persona sueña, está activa, lo que indica que está parcialmente consciente mientras sueña. De hecho, cuanto más lúcido es el sueño, más activa está la corteza prefrontal dorsolateral. Puesto que la corteza prefrontal dorsolateral representa la parte consciente del cerebro, el soñador debe estar consciente mientras está soñando.

En 2011, los científicos utilizaron por primera vez el escáner de imagen por resonancia magnética y sensores de electroencefalografía para medir el contenido de los sueños e incluso para establecer contacto con una persona que sueña. En el Instituto Max Planck de Múnich y Leipzig (que por cierto tienen una página web impresionante con todas sus publicaciones disponibles), los investigadores contaron con la colaboración de soñadores lúcidos, a los que colocaban en un aparato de imagen por resonancia magnética. Antes de dormirse, los soñadores acordaron iniciar una serie de movimientos oculares y patrones de respiración cuando soñaran, como un código morse. Se les dijo que en cuanto empezaran a soñar debían cerrar el puño derecho y después el izquierdo durante diez segundos. Aquella era la señal de que estaban soñando. Después se les pusieron en la cabeza sensores de electroencefalografía para determinar el momento en que entraban en el sueño REM.

Los científicos descubrieron que cuando los sujetos entraban en estado de sueño, se activaba la corteza sensomotriz del cerebro (responsable de controlar las acciones motoras, como cerrar los puños). Después, utilizando otro sensor pudieron confirmar que aumentaba la actividad cerebral en la región que controla la planificación de movimientos.

Si podemos comunicarnos con una persona que sueña, ¿también será posible alterar los sueños de alguien desde fuera? Probablemente. En primer lugar, como hemos visto, los científicos ya han dado los pasos iniciales para «grabar» los sueños de una persona, y en los próximos años será posible crear imágenes y vídeos de sueños mucho más precisos. En principio, puesto que ya han podido establecer un lazo de comunicación entre el mundo real y un soñador lúcido en su mundo de fantasía, los científicos podrían alterar deliberadamente el curso de un sueño. Supongamos que los científicos están mirando el vídeo de un sueño utilizando un aparato de imagen por resonancia magnética mientras el sueño se desarrolla en tiempo real. Mientras la persona vaga por su sueño, los científicos pueden saber por dónde va y darle instrucciones para que se mueva en diferentes direcciones. Así pues, en el futuro próximo podría ser posible ver un vídeo del sueño de una persona e influir en su dirección general.

Puede que algún día intervenir psicológicamente en los sueños de una persona sea una de las formas más terapéuticas y eficaces de solucionar problemas o eliminar sufrimiento psicológico. Mientras tanto, pensad que lo que ocurre mientras dormimos es algo tremendamente especial que no ocurre durante la vigilia. Así que… no dejéis de soñar ni despiertos ni dormidos.

- NOTAS -

Y si queréis leer algo más acerca de los sueños, os dejo un estudio de Calvin Hall acerca de cómo soñamos en blanco y negro, un artículo de Allan Hobson que merece la pena, y la fantástica web del Instituto Max Planck de Múnich y Leipzig que está llena de recursos. Por último, os dejo el trabajo pionero del grupo de investigadores japoneses de Kyoto.

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